CRÍTICA DE MÚSICA
Un elenco de clase mundial
Por: José Quezada
El Comercio, Lunes 27 de abril de 2009
La producción de “Attila” de Verdi que ofreció Romanza y Amigos Peruanos de la Ópera como evento central del II Festival Alejandro Granda del Callao, accedió al nivel de excelencia con un elenco de clase mundial en los primeros papeles.
“Attila”, como ocurrió con la anterior “Nabucco”, es un testimonio del compromiso pleno del Verdi joven con la causa nacionalista de la unificación italiana. La ópera está llena de alusiones directas a la defensa de la patria invadida —además por bárbaros—, y propone una evidente y directa analogía en un lenguaje musical fácil, de gran efecto heroico y belleza lírica, muy efectivo desde el punto de vista dramático.
En la producción del festival chalaco, el papel de Attila del bajo ruso Ildar Abdrazakov se apreció como sencillamente insuperable. Este cantante, aún muy joven, tiene ya la voz imponente de un bajo maduro, perfectamente homogénea en todo el registro, y es además un artista brillante en lo musical y escénico.
La soprano griega Dimitra Theodossiou está situada entre las mejores sopranos verdianas actuales en Italia. Fue impresionante el contraste entre la fuerza heroica y el despliegue de potencia que puso de manifiesto en el prólogo, con la bellísima delicadeza que logró en su aria en el primer acto. Su Odabella es, sin duda, la mejor que he escuchado.
Después de un inicio un poco inseguro, el tenor coreano Myung Hoon-ji se fue consolidando, y aunque su voz es un tanto más ligera que lo que el papel de Foresto exige, puso en evidencia su alta calidad vocal e interpretativa. Me parece que este tenor está mejor para un Rodolfo de “La Bohème”, por ejemplo, antes que para este Foresto y otros papeles fuertes del repertorio verdiano que exigen a un tenor lírico grande, de “forza” y cierto “squillo”, en algunos casos hasta un tenor “spinto”. Por su parte, el barítono Claudio Scura posee una notable voz, y si bien empezó un poco frío, se fue imponiendo paulatinamente en el rol de Ezio, sostenido, además, por su gran porte escénico. Sus agudos son fáciles, aunque los aclara un poco.
El Uldino y el Leone (el Papa) de los peruanos Manuel Rodríguez y Humberto Zavalaga fueron correctos. Insisto en que Zavalaga tiene muy buen material vocal, pero me parece que debe replantear su técnica poniendo la voz más “a la maschera” y superar así la emisión un poco velada y lograr mayor proyección.
La dirección de Christopher Franklin fue impecable, pues consiguió gran ajuste y calidad de sonido de la orquesta, unidad del conjunto y el equilibrio exigido. Y a pesar de las limitaciones del teatro chalaco, la puesta en escena de Massimo Gasparon fue muy lograda y sobria. Los organizadores y el director del festival, Ernesto Palacio, merecen el mayor reconocimiento por este esfuerzo que apunta al estándar de mayor calidad internacional.