“Attila” y el debut de otro grande en el Callao
Por Gonzalo Tello (Operaperu.com)
Este Segundo Festival Internacional de Opera Alejandro Granda terminó por coronarse como el festival de referencia de la región. Por segundo año consecutivo, se logra convocar a artistas de primer nivel, para darle realce y renombre a esta iniciativa del Gobierno regional del Callao, la asociación Romanza y los Amigos Peruanos de la Ópera. Destaco esto además, porque no sólo se presentaron títulos interesantes con artistas aún más interesantes, sino que además, nos dimos el lujo de tener dos sucesos únicos en el mundo: Ver debutar a dos figuras internacionales en roles que luego verá el resto de primeros teatros. Hablo de Juan Diego Flórez en su debut como el Duque en “Rigoletto” y ahora el ruso Ildar Abdrazakov, quien debuta este papel en escena, en una muy esperada actuación antes de participar en ese esperadísimo ‘Attila’ en el Met. Desde ya eso es un privilegio que no se da así nomás en cualquier lugar, y el Callao y el Perú son privilegiados.
En esta producción del italiano Massimo Gasparón, participan además del ya mencionado Ildar Abdrazakov, la consagrada soprano griega Dimitra Theodossiou, el barítono italiano Claudio Sgura, el tenor coreano Myung Hoon Ji, el director de orquesta Christopher Franklin y el correpetidor Gioele Muglialdo, así como el coro lírico ‘Ciudad de Lima’ dirigido por Javier Súnico, y la orquesta de la Universidad de Lima.
Desde que conocí la opera hace más de 5 años, me volví fan acérrimo de ésta. Debo decir que no es una partitura fácil, exige lo máximo de cada solista y los coros, por lo cual el resultado no es óptimo la mayoría de veces, y es tremendamente difícil encontrar la versión definitiva. Especialmente cuando uno es tan exigente con cada rol.
La producción, como es costumbre en Gasparón, no pretende darnos escenarios realistas o mayor exhibición o audacia escénica. Es una serie de recuadros cuidados, y exhibición de vestuario, lo cual, visto desde esa perspectiva, no solo nos resulta atractiva, sino que permite el mayor lucimiento vocal de los solistas y coro. Algo que también alabo es el tratamiento de la iluminación que marca de buena manera cada grupo o personaje, así como los momentos dramáticos y cada secuencia por separado, supliendo así el único escenario, una gran escalera con arcos que varia de acuerdo a la escena. Hermoso resulta también el efecto que estos arcos, revestidos de metal, proyectan sobre el teatro y los laterales del escenario. Incluso siento que aportan al clima psicológico de la trama: momentos de terror como de esperanza. Otro acierto fue el del bello vestuario de cada grupo creado por Gasparón y realizado por el equipo peruano encabezado por Emilio Montero. Buen cuidado en la presentación e interesante la separación del color negro de los Hunos, mas parecidos a árabes, y los italianos en colores azules y blancos.
Ildar Abdrazakov superó las expectativas que le tenía como el Rey de los Hunos. Su voz es muy diferente a la de sus predecesores, como Samuel Ramey o Ferruccio Furlanetto. Es una voz redonda, nada áspera, noble y suave, pero a la vez contundente y muy asentada en sus bases, que combinadas con su gran dominio escénico, nos dan un resultado que, me atrevería a decir, no he visto antes en los resultados de este cantante en otros roles y le abriría una puerta a roles mas grandes en un nuevo capitulo en su carrera. Este “Attila” muestra que Abdrazakov puede ser más asfixiante y aterrador que sus ya versiones de los “Mephistopheles” de Gounod y Berlioz.
Dimitra Theodossiou se lleva la ovación del público por ese dominio perfecto en su propio estilo de las riesgosas notas de su rol. Desde ese imponente “Santo di patria”, hasta su perfecto legato en piano del “liberamente or piangi”. Ni que decir del Re y los dos mi bemol sobreagudos que despeinan al publico y opacan a orquesta y coro cuando los lanza.
Claudio Sgura es una gran sorpresa en este rol. Uno puede percibir su identificación como italiano en el rol. Hay mucha interpretación escénica, notas correctas y una presencia que impone respeto. Su gran momento es el del aria “Dagli immortali vertici” y la suicida cavaletta “E gettata la mia sorte” que enloquece al publico, sobretodo por la entrega a toda voz, y un sol agudo final.
Myung Hoon Ji aprendió el rol en poco tiempo, y pese a no ubicarse completamente cómodo con este, nos entrega una versión muy interesante de su Foresto, mas ligero de lo habitual pero convincente, y muy lírico e imponente en su escena del acto tercero. Los agudos de este tenor son muy interesantes, regalándonos un do de pecho larguísimo en su escena del prólogo y obligando a la soprano a ir hasta el Re sobreagudo en el dúo del primer acto.
Mención especial y felicitación merece el Coro Ciudad de Lima, conducido por Javier Sunico. Un coro joven y entusiasta que se entrega al papel en la medida de sus posibilidades, y que musicalmente responde de manera tal que entrega un Verdi brillante y emocionante. Alabo especialmente esa intención teatral de cada miembro, que es muy importante, debido a que todas las producciones anteriores en nuestro medio presentan un coro ajeno a su rol y muy estático, lo cual desmerece cada escena. Su aporte fue fundamental en el impacto teatral de la obra.
Lo mismo para la orquesta Universidad de Lima, que dirigida por Christopher Franklin, logró un balance y buen color italiano, abusando en muy correcta medida de los momentos fuertes junto con el coro, y sus balances ‘in crescendo’ en los momentos donde todo el elenco está en escena nos ofrecieron una interpretación dinámica y emocionante.
Un paso adelante se dió en esta producción de “Attila”, a favor de la difusión y crecimiento de la escena lírica nacional, que debe servir como ejemplo para superar las próximas producciones, y dejar en el pasado el poco valor estético y musical de las mismas. Mirar al futuro y superarse en calidad artística es un deber de sus promotores.
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